2014/03/18

Cuatro claves para obtener grandes fotos de bosques

El número de Outdoor Photographer de este mes, marzo de 2014, incluye un interesante artículo obra del fotógrafo Rafael Rojas sobre cómo ver a través del aparente caos que supone hacer fotos en el interior de un bosque.

Uno de los escenarios más habituales de la fotografía de paisaje son las masas de árboles enmarcadas en entornos salvajes, con lagos, ríos y montañas como acompañantes. Estas zonas arboladas resultan especialmente atractivas durante los meses de otoño, cuando las hojas adquieren los colores propios de la estación. La sucesión de diferentes formas, contrastes y texturas invitan al fotógrafo a intentar captar esas sensaciones a través de su cámara, aunque muchas veces lo único que se consigue son unas imágenes caóticas que no reflejan la belleza del enclave en el que hemos estado. 

"Dance in the forest" ©Rafael Rojas
"Dance in the forest" ©Rafael Rojas
Para evitar estas frustraciones al llegar a casa, Rafael Rojas proporciona 4 interesantes consejos de los cuales efectúo un resumen:

1. Las 3 c
Este profesional señala que una de las razones por las que la fotografía de bosques resulta tan complicada se pueden resumir en las denominadas "3 c": caos, contraste y complejidad

En relación con el primer factor, el caos, resulta obvio que nuestra primera labor como fotógrafos debe ser poner orden en el mismo. Para ello es necesaria seleccionar una correcta posición de la cámara y de la composición. Lo más indicado es colocar un trípode en un lugar determinado, definir la perspectiva y, posteriormente, establecer la relación visual entre uno y otro árbol así como con la cámara. Moviéndonos lateralmente, algunos troncos o ramas se ocultarán, saliendo otros a la luz. Desplazándonos hacia delante o hacía atrás, el tamaño de los árboles situados en primer término variará, empequeñeciéndose los localizados más lejos. De igual forma, si subimos a una colina, la perspectiva vertical cambia, permitiéndonos centrar el enfoque en los troncos sin la presencia del horizonte, que introduce un factor de confusión. Una vez hemos seleccionado la posición de la cámara, el encuadre nos permitirá aislar esos elementos que han atraído nuestra mirada, dejando al margen los objetos no contributivos y que diluyen la fuerza de la imagen. 

Otra manera de ordenar y estructurar un entorno de estas características sería fotografiar desde caminos o corrientes de agua que introducen un elemento de ruptura en la continuidad del dosel arbóreo. Estos elementos se configuran como columnas vertebrales que dirigen la mirada, especialmente si se trata de diagonales o líneas curvas que conducen a un punto focal en la distancia.

En cuanto al contraste, el efecto puede ser doble: el caos aumenta por la combinación de zonas iluminadas con oscuras, especialmente en las horas centrales del día. Esta situación conlleva la existencia de un rango dinámico muy grande que no puede ser capturada de manera apropiada por la cámara. Una posible solución a este problema podría ser el aprovechamiento de estos fuertes contrastes para la creación de siluetas oscuras. También es factible esperar hasta una hora del día más propicia (amanecer o atardecer), cuando la luz es más suave y no incide de manera perpendicular u obtener las fotografías en un día nublado o con niebla.

Los bosques no son sólo caóticos, sino también complejos. Esta complejidad es el resultado de la gran cantidad de elementos que conforman estos entornos naturales: troncos, ramas, hojas, rocas, hojarasca seca, etc., creando una gran riqueza de colores, contrastes y texturas que pueden sobrecargar y diluir el mensaje que queremos transmitir con nuestra imagen. Por tanto, puede ser interesante aprovechar las condiciones en las que estos escenarios se simplifican, como durante el invierno. La nieve, por ejemplo, también ayuda ocultando el suelo del bosque, mientras que la niebla minimiza el peso visual de los árboles localizados en los planos más alejados.

2. Conexión emocional

No recuerdo quién dijo que la mejor herramienta de un fotógrafo es un buen calzado. Esta afirmación se convierte el máxima cuando paseas por un bosque, ya que ha medida que avanzas, se te van revelando nuevos escenarios. Solo es necesario estar receptivo y escuchar. Cuando entras en un bosque, no debes sentirte obligado a fotografiar desde el inicio si realmente no encuentras lo que quieres. Disfruta del lugar y llegarán las fotografías. Mira alrededor tuyo, atendiendo de manera particular a aquello que te llama la atención o atrae tu curiosidad. Puede que, por ejemplo, un joven árbol rodeado de ejemplares maduros te transmita una sensación de renovación. Trata de encontrar una conexión emocional con el sujeto y tus fotografías serán más personales.

3. Composición

Desde el punto de vista de la composición, los bosques ofrecen posibilidades infinitas. Puedes, por ejemplo, trasmitir una sensación de profundidad que haga al observador sentirse dentro del bosque o, por el contrario, puedes centrarte en el ritmo visual que supone la sucesión de formas y líneas. También puedes optar por siluetear las ramas contra un cielo invernal o azul potenciándolo con un polarizador o decantarte por una fotografía macro que se centre en reflejar la textura de de un viejo árbol. También puede ser interesante incorporar el factor movimiento mediante una larga exposición un día de viento. De igual forma, mover el zoom del objetivo durante la exposición (técnica conocida como "zooming") puede crear un efecto sorprendente.

4. Estaciones, luz y condiciones meteorológicas

Una de las particularidades de los bosque son los cambios que se producen en los mismo con el paso de las distintas estaciones. En este sentido, una de las estaciones más atrayentes para el fotógrafo suele ser el otoño debido a los contrastes de color entre las especies arbóreas caducas y perennes o las hojas y el cielo azul. Los colores son especialmente llamativos cuando la luz es suave y las hojas están húmedas, efecto que puede potenciarse con el uso de un polarizador que elimine los reflejos sobre las hojas de carácter ceroso.

En invierno, después de una nevada, el bosque se simplifica. Es una gran oportunidad para para crear composiciones con los troncos y las sombras que crean sobre la nieve recién caída.

En primavera, el color verde comienza a cubrir todo. En esta estación, la mejor época para fotografiar el bosque es cuando empiezan a brotar las nuevas hojas o éstas son muy pequeñas, pudiendo crear interesantes composiciones contra un sol del atardecer o del amanecer.

Posiblemente el verano es cuando muchos fotógrafos renunciar a obtener imágenes de los bosques, pero también se pueden conseguir interesantes imágenes. Piensa en una fotografía en la linde de un bosque en un atardecer o un amanecer, con una luz lateral que ilumina los troncos creando largas sombras. También puedes probar a fotografiar contra el sol en una mañana neblinosa de verano para que los rayos difracten a través de las copas de los árboles.

Como puedes ver, los bosques ofrecen un montón de posibilidades. Solo hay que saber observar. Hay un montón de imágenes esperándote

Artículo original: See throught the chaos

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